por: Cristian García Stephania Florez y Camila Gomez
Perfiles
Edwin Sánchez
Saliendo del metro plus me dirijo hacia el
bar de bantú dónde quedé en encontrarme con Edwin, entro y espero mientras
llega, veo como entra al bar vestido con unos jeans rotos, un gorro y un buzo negro, me ve, sonríe y se acerca,
me saluda, pide dos cervezas y empezamos a conversar. Edwin es un joven de 18
años nacido en Medellín, Me cuenta que vive en laureles y esto me intriga, le
pregunto qué por qué si vive tan lejos viene a bantú – A es que acá están todos los parceros y el metro plus me
deja cerca de mi casa- afirma Edwin.
Edwin lleva viniendo
a bantú desde los 16 años, conoció bantú por amigos del colegio y por su
hermano charles que no vive con él y vive cerca de bantú, el hermano también
acostumbra a venir a este lugar por su cercanía.
Edwin viene todos los
viernes – A no ser que no haya plata o que inviten a otro parche- me cuenta,
pero lo normal es que viene los viernes. Él dice que es como una rutina, llega
va hasta el fondo del callejón donde parquean los carros allá se encuentra con
sus amigos y empiezan a “conspirar” para el trago (estas son sus palabras), me
cuenta que en bantú es una combinación de gente, que hay punkeros, metaleros
hardcoretos por supuesto y hasta indigente me dice el, se ven extranjeros que
vienen a conocer pero se van enseguida – o vienen extranjeros todos hippies que
les gusta el lugar porque se pueden drogar donde quieran- afirma.
Le pido que me cuente
alguna historia de este lugar que la recuerde que se le haya quedado grabada en
su memoria se queda callado un rato como pensando y continua, -pues una
historia así como que recuerde no, pero siempre que uno viene a bantú tiene que
haber alguna pelea, sea de punkeros contra metaleros o de quien sea pero
siempre hay peleas, algunas veces ha venido la policía incluso- Me cuenta.
Lo que le gusta a
Edwin de bantú es que es un lugar libre donde puede hacer lo que quiera sin que
se lo prohíban o este alguien encima reprochándole lo que hace, también que acá
siempre encuentra a sus amigos y que hay mujeres muy bonitas según su gusto, lo
que le disgusta es el olor de lugar –
esto es un meadero de gamines o al menos así huele- añade, es muy sucio y
algunas personas que vienen no son de su agrado porque están en desacuerdo con
muchas cosas sea en gustos musicales, ideologías, personalidades etc.
Aunque le gusta la
libertad del lugar cree que se debería controlar un poco más porque hay
personas que no se controlan sea por las drogas o el licor y esto causa todos
los problemas del lugar.
Edwin jamás ha tenido
problemas con la ley pero siempre cuando esta la policía los requisan
seguramente por la vestimenta que llevan por los expansores y los piercings y
tatuajes.
Estudia ingeniería de
sistemas en el Sena y dice que aunque viene a estos sitios y la mayoría de sus
amigos no estudian, él quiere salir a
delante y graduarse y si se puede entrar en una universidad y hacer la carrera.
Sergio Andrés
Buitrago
Sergio es un joven de 22 años nacido en Bogotá, vino a Medellín cuando tenía 17 años y desde entonces va a bantú, hace unos 5 años que frecuenta este lugar. Sergio acabó el bachillerato acá y en el momento se dedica a trabajar con su papá, no tiene pensado hacer una carrera universitaria.
Cuando llegó
a Medellín quería encontrar un lugar relajado donde pudiera tomar cerveza
conversar con gente y distraerse, también un lugar donde la gente compartiera
sus gustos musicales. Un vecino que era metalero le recomendó bantú, fueron y a
Sergio le quedo gustando el lugar y desde entonces lo frecuenta, dice que la
gente del lugar es muy diversa, pero que “cada uno en lo suyo”, a nadie le
importa lo que haga el otro con tal de que no interfiera en lo de cada uno,
Sergio se hace con los hardcoretos pero me cuenta que como lleva tanto tiempo
viniendo a bantú ha tenido la oportunidad de relacionarse con más personas y
tiene amigos de toda clase, no le gusta quedarse tanto en el callejón prefiere
los distintos bares que hay en bantú porque le gusta la música que pone y los
amigos también se mantienen en los bares bebiendo.
Sergio
también me cuenta que todos los viernes va bantú pero temprano por ahí desde
las cinco de la tarde hasta las 8 de la noche y de ahí parte hacia la villa de
aburrá que queda en belén, y los sábados va a bantú desde las nueve de la noche
y ya si hasta el amanecer del domingo, todos sus fines de semana son así a no
ser que se presente algún problema.
Le gusta de
bantú porque puede escuchar buena música y beber mucho con sus amigos, cree que
es de los mejores “parches” que puede encontrar en Medellín porque no hay demasiado
de donde escoger de acuerdo a sus gustos y a su capacidad económica, lo único
que le cambiaría a bantú seria su localización para que le quedara más cerca,
aunque sabe que es imposible, lo dice como un chiste.
La mayor
problemática del lugar, dice, es la seguridad ya que donde se encuentra situado
no es un lugar muy seguro en la ciudad, y existe en cualquier momento la
probabilidad de algún asalto y que por los alrededores de bantú no se ve mucho
la policía.
Nunca ha
tenido problemas con la policía de que se lo hayan llevado a la cárcel o algo
parecido pero si ha tenido enfrentamientos verbales con ellos porque lo toman a
él y a sus amigos de ladrones, cuando hay gente afuera que es la que está
atracando y haciendo daño, a él ya lo han atracado 2 veces yendo a su casa.
“Nunca, en
ningún lugar así hacen falta las peleas, eso hace que la noche sea más
emocionante, claro si no lo cascan a uno” dice Sergio, en un lugar en donde el
licor y las drogas son protagonistas siempre habrá gente que no sea capaz de
controlarlas y se alborote y así se causan las peleas del lugar.
Daniel Martínez
Daniel es un joven de 19 años, es de
Medellín, y vive en Belén, estudia diseño gráfico en la Universidad Pontificia
Bolivariana.
El acostumbra
a ir a bantú desde hace dos años, conoció el lugar por un primo que lo llevo,
pero no le gustó mucho al principio, luego al tiempo unos amigos del colegio en
donde estudiaba lo llevaron otra vez y ya desde ese momento siempre acostumbra
a ir a ese lugar.
Me asegura
que no es que le guste mucho el lugar como tal ya que está muy descuidado,
pasas por el callejón y siempre vez gente tirada en el suelo drogándose,
bebiendo cosas extrañas y que huele asqueroso, pero él va porque allá se hacen
sus amigos aclarando que no en ese sitio, le gusta hacerse al final del
callejón donde está la gente más “normal” dice él.
Sólo le gusta
hacerse con gente parecida a él porque les tiene más confianza, dice que bantú
es un lugar muy inseguro y no confía en los punkeros porque siempre son los que
arman los problemas en la zona, los que atracan y solo quieren causar conflicto
en el lugar, el prefiere estar lejos de las peleas y relajarse a tomar y fumar
uno que otro cigarrillo.
Le gustan los
bares de la zona, dice que es de un buen precio la bebida que venden y el
ambiente en el lugar es bueno. Dice que no ve muchos extranjeros en esta zona
ya que ellos suelen ir a lugares como el poblado y le parece entendible porque
si se mete por esos lugares seguramente los atracan o les hacen daño.
Una anécdota
que me contó fue un día que estaba con sus amigos tomando y llegaron unos
punkeros a pedirles trago y ellos le dieron un poco, luego querían más y ya los
amigos les habían dicho que ya era suficiente y empezaron a poner problema porque
estaban muy ebrios y querían pelear con ellos y un amigo los iba a enfrentar
pero los demás no dejaron, y se fueron para evitar peleas. Cree que en el lugar
debe mejorar la seguridad debería haber más policía. Nunca ha tenido problemas
con la policía, sólo las requisas habituales que suelen haber afuera de bantú.
Le gustaría
que hubiera más bares en bantú, que sería mejor un bar de cada género para
evitar problemas, deja en claro que no desea relacionarse con los demás grupos.
Escrito reflexivo
Una
tribu son “personas comprometidas con una cultura ajena, que forman por
preferencias conjuntos separados de relaciones sociales” (Hannerz citado por de
la Torre página 83), con esta definición de tribus y basándonos en los
entrevistados encontramos que se tiene de la cultura hardcore una percepción negativa
de ellos. Si bien tienen un comportamiento agresivo, ellos son realmente pacíficos,
nunca se meten en los asuntos de otros, prefieren estar tranquilos con sus
amigos, solo se “despierta” esta agresividad cuando se meten con ellos como es
el caso de la historia de Daniel Martínez.
Para
ellos sus “pintas” y lo que consumen (licor y cigarrillo) los definen como
tribus, lo más característico de ellos son los expansores y los piercings,
siendo más frecuente los piercing en la nariz y los expansores en las orejas, “estos
bienes materiales… tienen otro importante uso: sirven para establecer y
mantener relaciones sociales” (Douglas e Isherwood páginas 74 y 75), ya que
ellos se relacionan más con la gente que posee estos bienes, que con la gente que
no los usa, y esto para ellos se convierte en una necesidad.
Lo
hardcore (y otras tribus) se situaron en bantú, haciendo que este lugar haya
cambiado de ser un lugar para todo el público, a ser un lugar donde estas
tribus se reúnen, cualquier persona puede ir, pero no sentirá la misma conexión
con este lugar, como si lo fuera gente que pertenece a estas tribus. Según
Jesús Martín Barbero las tribus se convierten en tribus cuando deciden
apropiarse de un lugar para convertirlo en “Nuestro lugar” (parafraseando a
Barbero citado por de la Torre página 83), es decir además de poseer ideologías
y percepciones del mundo, una tribu también debe tener su propio lugar, por lo
tanto si se puede considerar a los hardcores como una tribu.
Analizando
las repuestas de nuestros entrevistados nos damos cuenta, que ellos llegaron este
lugar en particular por medio de recomendaciones e interacciones con sus “parceros”,
esto nos dice que ellos manejan una comunicación interpersonal, fortaleciendo
esta tribu y difundiendo este lugar a otros jóvenes que estén interesados en
pertenecer, compartir, y relacionarse con otros que posean sus mismas ideologías
y características culturales.
En
conclusión, hemos aprendido que los hardcores, es una tribu que se ha
fortalecido, gracias a sus integrantes que han conservado su identidad a pesar
de estar fuertemente expuestos a otras tribus, ya que ellos aceptan su propio
concepto de cómo se ven y el concepto como los ven los demás para reafirmar su
identidad (parafraseando a de la Torre página 77). Complementando lo anterior,
podemos notar que los hardcores son personas pacificas que solo buscan un lugar
donde relacionarse y pasarla bien con sus “parceros”, un lugar donde se puedan
sentir ellos mismo y encontraron todo esto en Bantú.